Si nos remontamos a los tiempos en los que lo ilustre se cincelaba en piedra y lo valioso se rodeaba de muros y se levantaba en lo más alto del pueblo, llegar a conocer y adentrarnos en casas tan emblemáticas como la que os detallamos a continuación, nos convierte en una suerte de descubridores de tesoros. Nos rodea un entorno idílico, frondoso y salvaje, pero también amigable y accesible, lleno de servicios y a tan sólo una media hora de la capital del Principado.
No estamos hablando de destinos lejanos, pues Proaza, como concejo, cuenta con todo lo que deseamos para vivir al completo, pero además ahora ya ha llegado la fibra óptica, por lo que ya no hay excusa para no dar el paso y cruzar ese umbral que te separa de una vida más sostenible.
Enmarcado el entorno, vayamos a lo concreto. Hoy os mostramos una casa que data del año 1300, con cientos de años reflejados en cada pieza, en cada tabla, en generaciones llenas de cambios y donde las huellas de otra época son tan plausibles que impresiona a cada momento. Pocos somos los que sabemos encontrar la belleza en una piedra tallada de gran tamaño, quizá por imaginar con esfuerzo la dificultad de crear semejantes estructuras sin más medios que los puros materiales y el talento de artesanos y obreros, que seguramente, no eran muchos. Su huella es hoy imborrable, pues el paso del tiempo no daña su belleza. Y es que esta casa cuenta con un mantenimiento muy cuidado, y ha sido adaptada también a nuestros días con ventanas de doble acristalamiento, aislamiento bajo el tejado, un sistema eléctrico a la altura y una calefacción moderna que no discute con la originalidad de sus muros.
Se encuentra, por decirlo así, amurallada en torno a sus poco más de 1000 m2 de parcela, y levantada respecto del resto del pueblo, permitiéndola tener las mejores vistas del valle. Da igual que publiquemos 200 fotos sobre estas vistas, no existe forma de describir lo insólito de amanecer cada mañana con las nubes en una posición diferente, abrigando las montañas, como si de una bufanda se tratase, y cada día se la pusiesen de una manera diferente.
Sobre la casa, y describiéndola como si de dos torretas se tratase, se reparten sus 460 m2 en 3 alturas diferentes, donde destacamos su gran salón con una librería de ensueño, su galería calefactada, su jardín lleno de frutales, sus dos zonas de talle y de gimnasio, de gran tamaño, y su buhardilla espaciosa y llena de luz a punto de estar terminada (ideal para acabar de dar ese último toque personal que a todos nos gusta). Contamos también con 3 dormitorios, dos de ellos dobles, con un cuarto de baño completo y pasillo distribuidor, desde el cual también podremos acceder al último rincón de la casa. Éste, siendo la antigua cuadra, nos permitiría, tras una adecuación, aportar algún gran dormitorio extra para la casa, o cualquier otro uso posible, ya que la casa no carece para nada ni de metros, ni de espacios.
Si volvemos a la descripción del espacio exterior, hay que hablar de la panera, en un estado de conservación envidiable, pero también de la zona de invernadero, el lavadero, la terraza con muebles de exterior rodeada de los frutales, donde aparte de manzanos, encontramos plantas de kiwi, dos árboles de guayaba, y demás plantas florales y incuso otro invernadero...
La casa tiene dos puertas de acceso, ambas para vehículo y de un estilo a todas luces medieval, y la 'trasera' se encuentra junto a la zona de parrilla, porque lo que no se puede perdonar nunca, es la hora de comer en Asturias. Al lado encontramos la caseta con la caldera de gasoil y su depósito, y debemos contar a su vez con una cocina de leña calefactora que podría hacer las veces de encargada de calentar esta majestuosa casa.
Honestamente, podríamos dar muchos más detalles, pero... ¿Por qué contarlos, si lo mejor sería conocerlos en persona?
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