Esta finca es un verdadero tesoro que combina la serenidad del campo con la proximidad a las atracciones costeras y urbanas más destacadas de la isla. Situada en un entorno natural pintoresco, esta propiedad ofrece una casa de piedra que rebosa encanto y carácter, rodeada de majestuosas encinas, pinos y algarrobos que crean un ambiente de paz y conexión con la naturaleza.
La casa, con sus 209 metros cuadrados construidos, presenta una arquitectura tradicional mallorquina que se funde armoniosamente con el paisaje circundante. Además, la posibilidad de ampliación en una parcela de 25.355 metros cuadrados ofrece oportunidades para adaptarla a las necesidades y gustos individuales. La propiedad puede ampliarse en 120 m² adicionales, con la infraestructura de agua y luz preinstalada para facilitar la extensión.
Su ubicación estratégica es otro de sus grandes atractivos. A tan solo 20 minutos de las impresionantes playas de Es Trenc y del club náutico de La Rápita, los amantes del mar encontrarán en esta propiedad un refugio ideal. Además, su proximidad al aeropuerto de Palma (a 15 minutos), a la vibrante ciudad de Palma de Mallorca (a 20 minutos) y al encantador pueblo de Llucmajor (a 4 minutos) garantiza un acceso conveniente a servicios, comercios y entretenimiento.
La finca cuenta con un pozo con relleno automático de 35,000 litros, posibilitando una producción agrícola o uso para cuadras de caballos, entre otras actividades. Dispone también de una caseta de 8 m² y un taller de garaje de 20 m² equipado con agua, retrete y luz en ambos espacios, ideales para almacenaje o taller. Entre sus detalles auténticos, destaca un horno de leña antiguo, además de una construcción hecha con piedra de la misma finca que aporta carácter y tradición.
Para mayor comodidad y conectividad, la propiedad cuenta con conexión WiFi mediante fibra óptica y es 100% legal, garantizando tranquilidad y seguridad legal en la inversión.
En su interior, la casa ofrece un ambiente acogedor y funcional con dos habitaciones que invitan al descanso, un luminoso salón donde compartir momentos especiales, un comedor que promueve la convivencia familiar, una bodega que añade autenticidad y una cocina equipada que inspira la creatividad culinaria.
Esta finca promete tranquilidad y total privacidad, convirtiéndola en el refugio perfecto para desconectar del ajetreo diario y disfrutar de la belleza y serenidad del campo mallorquín.
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