Cuando los actuales propietarios consiguieron este piso, tuvieron miedo.
Luego te cuento por qué.
Pero antes, un aviso:
Si lo tuyo es sacar la calculadora y dividir el precio entre metros cuadrados, este no es tu anuncio.
Ahora, si lo que buscas es una casa irrepetible, que nadie más tiene, y que no se puede comparar… quédate.
Porque esto no es solo una vivienda con historia.
Es una vivienda donde tus historias serán parte de la historia.
211 m2 de vivienda diseñados por Ricardo de la Torre.
Historia y diseño en armonía.
El blanco galería amplía la luz, estiliza los volúmenes y transforma cada rincón en algo más que espacio: en una experiencia sensorial.
Aquí el peso visual lo llenan los espacios abiertos, no la arquitectura, porque así lo decidieron los propietarios y lo ejecutó Ricardo de la Torre con maestría.
Una vivienda publicada en revistas de diseño por su singularidad estética.
Aquí, en el último rincón de la Plaza Mayor —literalmente el último— alguien tuvo la visión y el coraje de hacer lo que nadie más había hecho: unir el sexto con el ático de uno de sus edificios. Legalmente. Con registro y catastro en regla.
Una sola vivienda donde antes había dos.
¿El resultado?
Un ático dúplex reformado con materiales elegidos con criterio, pensado para que vivir aquí no sea solo cómodo, sino extraordinario.
La planta principal es tan amplia y luminosa que incluso en la Plaza Mayor sorprende.
Desde el salón, la cocina y el comedor puedes ver la plaza, como si contemplaras un cuadro de Goya.
Pero es desde el dormitorio principal —sí, ese en el que despertarse es un privilegio diario— desde donde tienes la Plaza Mayor a tus pies.
En esta planta también hay otro dormitorio, un baño completo y un aseo para tus invitados.
Y arriba, lo inesperado: un espacio que se adapta a ti.
Con otra cocina y otro baño, puedes usarlo como un apartamento independiente, una zona de trabajo, un salón para tus eventos más especiales o incluso un dormitorio más. Hay cama, pero no la ves. Está escondida en un armario. Porque aquí todo tiene doble uso. Y doble valor.
La joya de esta planta es la terraza.
Desde aquí no ves solo tejados ni azoteas anónimas.
Ves la Plaza Mayor entera.
El monumento, la vida, el pulso del corazón de Madrid latiendo.
Y tú, arriba, en silencio.
Fiestas con amigos donde las horas pasan sin darse cuenta.
Atardeceres que parecen sacados de una exposición.
Y esa sensación de que el tiempo se detiene porque no hay otro lugar al que prefieras ir.
No hay ruido.
No hay vecinos encima.
Y lo más importante: no hay otro igual en la Plaza Mayor.
¿Se puede negociar el precio?
Quien entiende la relación entre valor y precio no regatea.
Aquí no compras metros.
Inviertes en algo que nadie más puede tener.
¿Por qué tuvieron miedo los propietarios?
Porque cuando haces algo que nadie más ha hecho, dudas.
Porque unificar dos viviendas en un entorno protegido no es sencillo.
Pero cuando un mes más tarde celebraron su primera cena en la terraza, mientras decenas de ojos desde abajo los miraban como si fueran los protagonistas de una película… supieron que hicieron bien.
Si tú también estás listo para mirar Madrid desde arriba —literal y figuradamente—, esta casa te está esperando.
Pero no te despistes.
Porque lo verdaderamente singular nunca espera demasiado.
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