COM012. En lo profundo del paisaje ondulante de la Axarquía, donde la luz danza sobre los olivos de tono plateado y el silencio lleva su propia melodía, un camino sencillo serpentea hacia una aldea que parece susurrar desde otro tiempo. Aquí, entre los pueblos llenos de alma de Colmenar y Comares, se despliega un lugar donde la vida no se apresura, sino que se mece suavementepor el viento, por el paisaje, por la propia naturaleza. A poca distancia a pie se esconde un pequeño bar, cuyos aromas de guisos y vinos locales reciben al visitante como si la región misma abriera los brazos.
En medio de este remanso de serenidad se alza una casa que respira al compás de la tierra que la rodea. El salón, con sus acentos andaluces y su acogedora chimenea, se siente como un refugio íntimo donde las tardes se despliegan con calma. El aire acondicionado en todas las estancias aporta confort durante los cálidos veranos, mientras que la cocina tipo galería, íntima y luminosa, invita tanto a comidas sencillas como a platos más elaboradossiempre con vistas a las montañas, que se alzan como silenciosos guardianes del horizonte.
Los tres dormitorios envuelven la noche con suavidad; uno de ellos dispone de un baño privado donde el agua se lleva el día como un ritual silencioso. El tercer dormitorio, de naturaleza flexible, puede convertirse en vestidor, estudio o espacio de almacenamientouna habitación que se adapta a los sueños de quienes la habitan. Un segundo salón, lleno de luz, inunda la casa de sol y conduce a una gran azotea donde el cielo y el horizonte se encuentran, y los días se cierran con tonos dorados.
En el exterior espera un jardín que pide poco pero ofrece mucho. Las flores tiñen las estaciones, las terrazas capturan cada momento del día y el jacuzzi invita a la entrega total. Aquí, el aire sabe diferentemás fresco, más salado, más libre. La zona de barbacoa se convierte en el punto de encuentro para largas veladas, para historias, para silencios compartidos. En cada rincón, los asientos parecen murmurar: quédate un poco más. Las vistas abren la mente, una y otra vez. Un cobertizo para el coche ofrece sombra, como si incluso el vehículo estuviera envuelto por la suavidad del lugar.
Y aun así, el mundo queda al alcance de la mano: la costa a solo cuarenta minutos, Málaga a cincuenta. Pero quien llega aquí lo siente de inmediatoesta no es una casa cualquiera. Es un lugar donde la tranquilidad se asienta, donde la belleza no se impone, sino que se revela, donde la vida cotidiana se ralentiza hasta convertirse en un fluir sereno. Un hogar que ofrece más que muros y habitaciones: ofrece aire, amplitud y un toque de encanto.
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