En una pequeña localidad llamada Paiporta, donde las calles tienen un ritmo pausado y la gente se saluda con una sonrisa, se encontraba un ático esquinero que parecía sacado de un sueño. Con sus grandes ventanales, este refugio era un rincón especial donde el cielo se encontraba con el corazón del puerto.Cada mañana, al despuntar el alba, los rayos del sol deslizaban su luz dorada por las paredes blancas del ático, creando un juego de sombras que danzaban suavemente. Esta preciosidad cuenta con tres acogedoras habitaciones, cada una decorada con un estilo único que reflejaba la personalidad de sus habitantes. La habitación principal, un santuario privado, tenía acceso a un baño en suite, donde un spa personal esperaba para ofrecer momentos de tranquilidad después de un día agitado. Las otras dos habitaciones estaban diseñadas para ser refugios creativos: una se convirtió en un estudio para escribir y crear, mientras que la otra era un espacio de juego, lleno de risas infantiles y juguetes esparcidos. Gran cocina independiente con salida a la preciosa terraza y amplio salón comedor esquinero. Sin embargo, el verdadero corazón de este ático era su maravillosa y amplia terraza. Desde allí, el horizonte se desplegaba ante los ojos, con vistas inigualables del puerto y la brisa marina acariciando la piel. Era el lugar ideal para disfrutar de cenas bajo las estrellas, celebrar reuniones con amigos o simplemente contemplar el atardecer mientras se sorbía un buen vino.SEGURO DE IMPAGOS NO SE ACPTAN MASCOTAS
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