Hay casas que esperan. No hacen ruido, no llaman la atención, pero están ahí. Como este dúplex en San Félix, Cartagena. Una casa que no se ha rendido. Que ha vivido sus años, sus rutinas, sus silencios... y que ahora necesita a alguien con mirada nueva. No para entrar a vivir mañana, sino para imaginar, decidir y construir algo propio.
Tiene cuatro dormitorios y espacio suficiente para empezar de cero. Hay un patio que, con el tiempo justo, puede convertirse en el rincón favorito de la casa. Y una terraza arriba que pide plantas, una silla vieja restaurada y algún atardecer en calma.
Dentro, todo está por hacer. No es una de esas casas que se disfrazan de nuevas con una capa de pintura; aquí no hay disfraz, y eso es parte de su encanto. Lo que ves es lo que hay, y lo que hay puede transformarse en lo que tú quieras.
La zona es tranquila, con esas calles donde aún se puede aparcar sin estrategia militar. Vecinos de los que se conocen por el nombre y que te miran a los ojos cuando saludan. No hay grandes centros comerciales ni ruido constante, pero sí hay panaderías que huelen bien por la mañana y la sensación de estar en un sitio que todavía guarda algo de lo auténtico.
Esta casa no compite con las de catálogo. No busca likes, busca alguien que quiera dejar huella. Alguien que entienda que reformar no es solo cambiar azulejos, sino también reescribir historias. Si lo que buscas es algo perfecto, ya hecho, puede que no sea para ti. Pero si lo que buscas es un punto de partida, un espacio en blanco con posibilidades... entonces quizás merezca la pena mirarla con otros ojos.
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